FORTALEZA DE MURALLAS Y TORRES

El Castillo de los Templarios de Ponferrada tiene una extensión aproximada de 8.000 metros cuadrados, protegidos por los recursos defensivos típicos de la época medieval.

Enclave único

La primera vez que visitamos el Castillo de Ponferrada nos llama su atención su privilegiada y estudiada situación. Si bien hoy en día el Castillo es reseñable por estar en mitad de la ciudad de Ponferrada y ser el máximo representante de su casco histórico; en sus orígenes fue una edificación única que albergaba una incesante actividad en su interior.

El Castillo de los Templarios se encuentra ubicado sobre un promontorio al lado del río Sil. Lo escarpado del terreno dificultaba el acceso a la fortaleza por la parte del río. El resto del perímetro fue fuertemente protegido para evitar asaltos enemigos.

La Puerta del Puente Levadizo

La puerta de acceso al Castillo mantiene su estructura original con arco de medio punto y flanqueada por dos torres semicirculares.

Fue construida por el primer Conde de Lemos en el siglo XV junto con un puente levadizo que salvaba el foso exterior. Para llegar a esta puerta principal había que atravesar anteriormente una primera torre, hoy desaparecida, situada delante del puente fijo.

Aunque el enemigo pudiera atravesar esta primera torre, el puente levadizo y la puerta de entrada; tendría que salvar una nueva puerta en la Torre de los Caracoles antes de llegar al recinto interior. Este sistema defensivo hacía del Castillo un lugar prácticamente inaccesible.

Murallas y rondas

Las murallas de piedra rodean todo el recinto, incluyendo el Castillo Viejo, el Palacio Nuevo y la zona de pallozas. Parte de ellas ha sido rehabilitada dentro del Plan Director de 1994.

Se conserva la estructura inicial de 3 rondas:

  • Ronda del Sil, bordeando el recinto a la orilla del río.
  • Ronda Alta, bordea el centro y este de la fortaleza desde la Torre de Moclín hasta el Castillo Viejo.
  • Ronda Baja, que protege el Castillo en un nivel inferior a la Ronda Alta.

La muralla conserva el perímetro original de la cerca levantada en el siglo XII. Con la posterior llegada de los Templarios esta es reforzada para mejorar su sistema defensivo. Serán los sucesivos señores del Castillo los responsables de implementar rondas y torres en las murallas para multiplicar su labor de protección.

Torres defensivas

Una sucesión de diversas torres defensivas son claramente visibles en el Castillo de los Templarios y ninguna de ellas es igual entre sí.

Las principales se encuentran entre la Ronda del Sil y el Castillo Viejo, protegiendo la zona frontal y este del Castillo. En orden se enumeran como Torre de Moclín, Torre de los Caracoles, Torre de Cabrera, Torre de Malvecino y Torre de Malpica. La primera de ellas se asienta sobre antiguos restos templarios.

Ya en el Castillo Viejo encontramos otras cuatro torres defensivas construidas en épocas distintas: Torre del Homenaje Viejo, Torre del Duque de Arjona y Cubo Viejo, Torre del Homenaje Nuevo o Cubo Nuevo, Torre de los Reyes Católicos.

En la Ronda del Sil no era necesaria la presencia de torres defensivas y tan solo existió una garita y la Torre de la Mina, actualmente desaparecidas. Su misión era proteger el acceso al río por la mina o coracha practicada entre la fortaleza y el Sil.

Troneras, matacanes y saeteras

A lo largo de los muros, rondas y torres del Castillo de los Templarios es fácil descubrir diferentes hendiduras entre sus piedras practicadas a posta como sistema defensivo. Tienen formas diversas y atienden a su construcción bajo la tutela de diferentes señores. Eran utilizadas como huecos de tiro frente a posibles invasiones.

  • Las troneras son aperturas desde donde se podía disparar piezas de artillería ligera. Esta denominación también se utiliza como sistema defensivo en los barcos, desde donde disparaban los cañones.
  • Las saeteras son aperturas verticales estrechas, practicadas en los muros para disparar flechas con arcos o ballestas. Es frecuente encontrar formas mixtas de troneras y saeteras.
  • Los matacanes son aperturas practicadas a modo de voladizo en lo alto de la torres. Desde su posición se podían arrojar diferentes materiales defensivos quedando protegidos de sus enemigos. Son identificables en la puerta de entrada al castillo y en sus torres semicirculares.