La llegada de los templarios a Ponferrada se produce tras la donación de la ciudad a la Orden del Temple, por parte de los reyes leoneses. Corre el año 1178 cuando los primeros caballeros toman posesión de una pequeña fortaleza, asentada sobre un anterior asentamiento celta.
Si bien su enclave es privilegiado, a la orilla del río Sil y sobre un terreno elevado, lo cierto es que su edificación requiere de mejoras para asegurar su defensa. Por tal motivo, los templarios acometen las labores de mejora y ampliación de esta zona fortificada, finalizando su empresa en el 1282.
El Camino de Santiago
Lo cierto es que muy posiblemente los templarios no se hubieran asentado en la incipiente ciudad de Ponferrada de no ser paso obligado del Camino de Santiago.
Su Orden fue llamada a proteger este enclave para salvaguardar la seguridad de los peregrinos.
Hay que recordar que cuando los templarios llegaron a la villa, era conocida entonces como “Pons Ferrata”. Recibe este nombre por su puente reforzado con hierro, y que fue mandado construir por el obispo Osmundo sobre el 1090 para facilitar el cruce del río a los peregrinos.
Este hecho haría que comenzaran a asentarse viviendas en las inmediaciones del puente, que con el paso de los años darían lugar a una población mayor y al origen de la ciudad de Ponferrada.
Las obras de los templarios
Los monjes guerreros permanecerán en el castillo penas un siglo y medio. Durante este tiempo han acometido importantes mejoras en la fortaleza: refuerzan el muro defensivo, edifican un convento templario, pallozas como viviendas, bodegas, paneras y huertos. Una relevante estructura que les permitía ser autosuficientes y que dio lugar a un asentamiento estable en el interior del castillo.
Las progresivas obras, demoliciones y reformas en el castillo, han hecho que se hayan perdido la mayor parte de las construcciones realizadas por los templarios. Si bien se mantienen las dimensiones originales de la cerca, vestigios en la Torre de Moclín y la bodega templaria en la zona del Palacio Nuevo.
Los templarios tienen que irse
A lo largo de los siglos los templarios adquieren un considerable poder económico y social. Su riqueza y sus posesiones son innumerables, hasta el punto de preocupar a los principales mandatarios europeos. Con el fin de mermar su poder, la Orden es acusada de graves pecados y son denunciados ante el Papa. Este proceso finalizará con la petición de disolución de la Orden en el 1312 por parte del Papa Clemente V.
Los templarios son obligados a abandonar los castillos, entre ellos el de Ponferrada, que pasará a manos de la Corona.
Habría finalizado la era templaria en Ponferrada, que con su llegada y sus acciones habían conseguido crear un asentamiento estable y próspero que daría lugar a la ciudad de Ponferrada.