Un facsímil es una copia o reproducción casi idéntica de un documento. Se utiliza generalmente para la copia de documentos antiguos de gran valor. Tal es el caso de libros, manuscritos, dibujos o mapas. De esta forma se consigue un doble objetivo. Por un lado se preserva el original evitando su deterioro; y además permite una mayor divulgación de su contenido.
Origen de la palabra facsímil
Tiene su raíz en el latín, de la palabra “fac simile” que significa “haz semejante”.
El diccionario de la Real Academia Española lo define como: “perfecta imitación o reproducción de una firma, de un escrito, de un dibujo, de un impreso, etc.”
¿Toda copia es un facsímil?
No. No toda copia puede considerarse un facsímil. Tiene que ser una copia de alta calidad, donde se hayan utilizado las técnicas necesarias para su reproducción prácticamente exacta. Se incluyen en dicha copia el contenido y la forma del documento, incluyendo también sus defectos.
El tamaño, el color y los materiales deben aproximarse lo máximo posible a la obra original.
Dónde se utilizan los facsímiles
Debido a su condición de reproducción de obras de gran valor artístico y documental, los facsímiles son habituales en museos, bibliotecas y exposiciones.
Facsímiles Templum Libri
La exposición permanente Templum Libri que recoge el Palacio Nuevo del Castillo de los Templarios, representa un notable ejemplo de reproducciones o facsímiles.
En sus dos salas se exponen libros facsímiles, libros de autor y obras gráficas de gran valor, donadas por el bibliófilo Don Antonio Ovalle García al Ayuntamiento de Ponferrada para su divulgación.
Los facsímiles tienen un gran valor en sí debido a su realización. Se copiaron y miniaron en los principales talleres europeos, monásticos y laicos. Esta edición de facsímiles permite sacar a la luz una importante cantidad de obras que habían permanecido ocultas.
Como señala el Dr. Manfred Kramer “cada folio de un manuscrito miniado equivale a la visita de una amplia galería de arte medieval”.