El Castillo de los Templarios sufre de un gran abandono y deterioro durante prácticamente todo el siglo XX. Dado su estado, en 1994 la Junta de Castilla y León solicita la redacción de un Plan Director donde se aborde el estudio y diagnóstico de la situación del Castillo. Las puertas del Castillo se cierran para dicho análisis que permite afrontar las necesarias obras de restauración. Durante la fase de estudio las excavaciones sacan a la luz parte de las construcciones de pallozas ocultas en la zona interior del Castillo.
En 1997 el Estado cede el Castillo al Ayuntamiento de Ponferrada bajo el compromiso de emprender las obras de restauración. Tras unas primeras obras, el Castillo abre de nuevo sus puertas un año más tarde, en 1998.
Una de las primeras obras en llevarse a cabo es el derribo de las casas adosadas al exterior del Castillo, que dejan a la vista importantes daños en los muros de la fortaleza. Las obras llevadas a cabo tienen por objetivo recuperar el Castillo respetando su arquitectura original y asegurar la estructura de la fortaleza.
Entre las múltiples obras, se ha abordado la recuperación de los muros perimetrales, pavimentación de rondas y desescombrado para permitir dar continuidad a los recorridos principales del Castillo. También se han recalzado los muros con materiales idóneos para no dañar la estética del Castillo.
Las obras de consolidación general se han desarrollado gracias a un convenio de colaboración del Ministerio de Cultura, la Junta de Castilla y León, la Diputación de León y el Ayuntamiento de Ponferrada.