La Rondad del río Sil del Castillo de los Templarios de Ponferrada forma parte de sus recursos defensivos originales.
Cerca defensiva
En la primera mitad del siglo XII un poblado castreño se asienta en el territorio que actualmente ocupa el Castillo de Ponferrada. Sus habitantes delimitan el poblado con una cerca construida con cantos y barro.
Este perímetro inicial se fue respetando a lo largo de los siglos y de las reformas y mejoras de la fortaleza. Por lo que los 8.000 metros cuadrados que actualmente conforman los restos históricos del Castillo, tienen su origen antes de la llegada los caballeros templarios.
Estratégica situación
Es una constante en la mayoría de los castillos elegir una zona elevada y de difícil acceso para mejorar sus recursos defensivos. En esta ocasión el río Sil era un impedimento natural y una protección añadida para salvaguardar el Castillo.
Los sucesivos pobladores de la fortaleza reforzaron las cercas y murallas del Castillo hasta convertirlas en las rondas que hoy en día vemos.
Ronda del río Sil
La ronda del río Sil coge su nombre del río principal que cruza la ciudad de Ponferrada. Es la ronda que presenta menor altura con respecto a las otras dos rondas del Castillo, la Ronda Alta y la Ronda Baja. Ello es debido a su privilegiada situación en la escarpada ladera del río.
Los caballeros templarios llegan al Castillo con el firme objetivo de proteger a los peregrinos en su paso por el río. Habitan el Castillo desde el año 1178 hasta 1308, año en que la Corona española recupera la villa de Ponferrada y su Castillo.
Los templarios se encargaron de mejorar la cerca original y dotar de mayores recursos defensivos a las rondas del Castillo. Posteriormente el primer Conde Lemos mejoraría los recursos defensivos y la defensa del Castillo levantando nuevas torres defensivas en todo su perímetro.
La ronda del Sil une la Torre de Moclín con el Castillo Viejo. Como recurso defensivo añadido en esta zona, se añadió una coracha o mina que descendía desde el Castillo hasta el río Sil. De esta forma se garantiza, en caso de sitio, el acceso al agua. Aunque no quedan restos visibles, se cree que tuvo una torre y una garita que custodiaban este acceso. Se le atribuye al primer Conde de Lemos esta obra. Esta mina es conocida con el nombre de Cueva la Mora.